Opinión

Un riesgo y un desafío por la libertad

El deseo de libertad que es un gran de Dios, ha tomado formas variadas generando guerras e injusticias y violaciones de los derechos humanos.  Como buenos ciudadanos conscientes de la responsabilidad que tenemos con nuestros hermanos, estamos llamados a estar atentos y en guardia para que el riesgo de la libertad no pierda su significado más elevado y exigente, no decir nada ante esta situación significa ser cómplice y arriesgar de hecho es involucrarse.

Todos juntos debemos esforzarnos por eliminar lo que priva a los seres humanos del tesoro de la libertad y al mismo tiempo tenemos la responsabilidad de redescubrir el sabor de esa libertad, que sabe cómo custodiar la casa común.

Son muchas las situaciones, en las que hoy en día los hombres y las mujeres no pueden hacer que su libertad fructifique, y no pueden arriesgarla, pero lo más grave es que el miedo o el temor, o los deja hacer uso de sus derechos, por la indigencia, el dominio de la tecnología y lo más grave, la reducción del hombre a consumidor.

La indigencia causada por grandes injusticias en todo el mundo, es una realidad, que dejo de ser un fenómeno, porque la explotación y la opresión han llegado a un grado extremo con la exclusión de muchas personas, que no son valoradas por su dignidad. Y es grave porque en tiempos pasados, se les privaba a las periferias, a las orillas literalmente, pero ahora, ya ni siquiera son tomados en cuenta, han quedado fuera, anulados. Es la cultura del ¡descarte!, si una persona se reduce a sobrante, se les arrebata la posibilidad de arriesgar su libertad, por ellos mismos, por la familia, por una mejor vida, justa y digna.

Una nueva situación que afecta negativamente la libertad del ser humano, es el desarrollo tecnológico, puesto que es una gran oportunidad, sin embargo, también es un riesgo al no estar acompañado de una adecuada responsabilidad de los valores y de la conciencia. Perdiendo así el sentido de los límites y como consecuencia de no ser capaz de discernir los signos de los tiempos, para actuar con responsabilidad, llegando a ser una sociedad siega, incapaz de reflexionar y afrontar con madurez la propia vida.

La misma absolutización de la técnica, puede volverse contra la mano de obra del hombre, sustituyendo al ser humano por maquinarias de producción, por eso aunque todos estos adelantos tecnológicos, científicos y económicos, sin un progreso social y moral serán en definitiva la destrucción del hombre.

Una situación más, es la reducción del hombre a un mero consumidor. Y la libertad del hombre es una mera ilusión. Ilusión porque  le hacen sentirse libre al invertir, al consumir, al estar a la moda, al hacer lo que muchos no se atreven. Esto no es libertad es una esclavitud, porque el hombre se siente dependiente, lo hace egoísta y temeroso e inseguro.

A pesar de todas estas maneras desviadas de interpretar la libertad, sigue habiendo personas con el deseo de arriesgarse, de superarse, a ir contra corriente. Muchos siguen viendo su libertad en una vida sobria, solidaria y con la capacidad de reflexión y discernimiento, llegando a ser personas abiertas y acogedoras, que abren horizontes y hacen deseable el bien

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