Opinión

El Deja vú michoacano

Dos meses después del encuentro violento que resultó en cuatro muertes y decenas de heridos, las calles de Arantepacua vuelven a ser noticia, pues ahora un pueblo con desconfianza en la autoridad ha rechazado a la policía michoacana y prefirieron iniciar sus propias guardias comunitarias.

EL AMARGO RECUERDO

Policías y comuneros de Arantepacua protagonizaron, el pasado cinco de abril, un enfrentamiento. La versión oficial dijo que unos 200 policías estatales y ministeriales arribaron alrededor de las 14:00 horas a la comunidad, con el objeto de recuperan camionetas, camiones y tráileres propiedad de distintas empresas. Unidades retenidas ilegalmente por comuneros, quienes supuestamente recibieron a balazos a los uniformados que iban desarmados.

Sin embargo los comuneros acusaron que estaban desarmados y los primeros en disparar fueron los policías, quienes en realidad si llevaban consigo armas de fuego. Situación que fue constatada con fotografías de diferentes medios. El ataque fue entonces condenado por diversas organizaciones y personajes públicos, al evidenciarse inconsistencias en las versiones de la Secretaría de Seguridad Pública michoacana.

Entre balas, piedras, palos y machetes, el resultado final fue de cuatro muertos y al menos 38 heridos, aunque las cifras habían tenido diferencias, nuevamente entre lo dicho por autoridades de seguridad y lo reportado por pobladores y la Comisión Estatal de Derechos Humanos

Así se generó un clima de desconfianza en la policía por parte de la población de Arantepacua, que se manifestó en varias ocasiones en petición de justicia por la muerte de sus pobladores.

LA ESCENA QUE SE REPITE

Deja vú, se trata de un término francés, su traducción directa al español es “ya visto antes” y se refiere a la sensación de haber pasado con anterioridad por una situación que se está produciendo por primera vez.

En la comunidad de Arantepacua, enclavada en la Meseta Purépecha, en el centro-occidente del estado de Michoacán, un episodio “antes visto” se generó durante esta semana, como consecuencia del oscuro pasaje de dos meses atrás.

Desde el pasado lunes 5 de junio, la seguridad de esta comunidad, que pertenece al municipio de Nahuatzen, está a cargo de un grupo de pobladores, a quienes nombraron “los kuaris” y se encargarán de la labor las 24 horas del día. Mientras tanto la Policía Michoacán ha sido rechazada en el lugar.

Aunque el grupo ya realizaba labores de vigilancia desde seis meses atrás, el pasado lunes se les hizo entrega de uniformes y gorras a los 25 integrantes de la “kuaricha”, término purhépecha que en español significa “Guardia”.

Antes de ese acto, habitantes de la comunidad caminaron por las principales calles del pueblo para exigir que se entregue a los responsables de los hechos de aquel 5 de abril.

Esta vigilancia se originó porque personas ajenas a la comunidad acudían a esta y se metían a causar daños y robos sin que la Policía Michoacán atendiera las denuncias. Ante esta situación, los comuneros decidieron instalar su propia vigilancia.

José Crisóstomo, representante de la comunidad, explicó que esta guardia no lleva consigo armas de fuego, esto porque, “estamos rescatando lo que son las rondas comunitarias y usamos garrotes, que es lo típico en esta comunidad. Prácticamente ellos no tienen por qué usar armas, el única arma que traen son palos”.

Para los kuaris, no habrá un salario, sino solo un apoyo que se recibe entre los casi tres mil pobladores de la comunidad.

Para integrarse a esta guardia se necesita ser aprobado por la Asamblea Comunal en votación y guiarse por el lema de la Kuaricha Jharanpakua, que es “ser pueblo, estar con el pueblo y hacer por el pueblo”.

Nuevamente las camionetas con pintas a mano y personas armadas (aunque esta vez solo con palos) a bordo de las cajas de carga, rondan por las calles de una comunidad con aprobación de sus pobladores, esa escena tan aborrecida y temida por las autoridades se ha vuelto a dar en tierras michoacanas.

Cinco años y nueve meses atrás, apenas a kilómetros al norte de esta población, otro municipio rechazaba a policías, partidos políticos y un sistema de gobierno, cimbrando así no solo a un estado entero, sino a todo un país al implementar los usos y costumbres de un pueblo originario por encima de los mandatos de las autoridades.

Hasta ahora Cherán continúa en su camino bajo su propio sistema de autogobierno presidido por un Concejo Comunal. Este es el ejemplo a seguir para los pobladores de Arantepacua.

Cerca de cumplirse el primer mes de la liberación de uno de sus fundadores, José Manuel Mireles Valverde, no se debe dejar de lado mencionar el caso de las autodefensas de Tepalcatepec, Michoacán, que en 2013 surgieron en reacción también a la nula respuesta de las autoridades en un agudo problema de inseguridad.

El lazo de sangre indígena asimismo obliga a hacer referencia al grupo de autodefensas y guardias comunitarias de la Costa Sierra Michoacana, organizado e integrado por Nahuas de esa zona de la entidad, que además han sido de los que menos infiltrados han tenido y que se han mantenido en su lucha, pese a la descalificación de las autoridades e incluso el rapto de algunos de sus integrantes.

Mientras los episodios de pobladores que toman por su cuenta las labores de vigilancia y rechazan las formas de gobierno continúan surgiendo, las autoridades han sido insistentes en que no se permitirán este tipo de movimientos, incluso se minimizan.

En tanto a los ex integrantes de las autodefensas se les ha adjudicado la responsabilidad en las olas de violencia, así lo mencionó el procurador de justicia Martín Godoy Castro, quien el pasado 19 de mayo señaló que la lucha por el control de una huerta de aguacate dejó a siete personas sin vida en el municipio de Salvador Escalante, incluso en Marzo de este año dijo: «Los que un día fueron autodefensas y se levantaron en contra de grupos delictivos, hoy se encuentran detrás de actividades criminales, como secuestro, extorsión y homicidios».

Pero es importante que en este punto se recuerde que Godoy Castro fue uno de los grandes aliados del “virrey” Alfredo Castillo Cervantes, en su papel de Comisionado para la Seguridad y el Desarrollo Integral de Michoacán tres años atrás, personaje que, dicho sea de paso, no se ha posicionado sobre la liberación del ex autodefensa.

Así, no solo se repiten las escenas de gente tomando acción por su propia seguridad, saliendo a las calles y arriesgando su vida incluso sin un salario a cambio, sino que también las negaciones y rechazos de las autoridades se vuelven a dar en un Deja vú que prevalece para los michoacanos.

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