Opinión

Despertar Poético

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La insignia de la pobreza

El hombre debe de ser pobre, reza el adagio de la religión, que pondera la pobreza como moneda de cambio para ganar el cielo, y es cierto, el hombre pobre debe y está obligado a ganarse el cielo, ya sea el cielo fantasioso de las mayores religiones o el cielo imaginario, donde hay paz de los pensadores más grandes de la humanidad. Solo les faltó hacer una gran precisión, la pobreza debe ser aquella que contradiga a la riqueza del pecado, debes ser pobre en pereza, pobre en lujuria, pobre en ira, pobre en avaricia, pobre en soberbia, pobre en gula y pobre en envidia, ese tipo de pobreza te lleva al verdadero cielo, al verdadero paraíso, el paraíso del equilibrio, el paraíso de la paz mental, del buen dormir, todas las religiones lo saben, solo que soslayan la forma en que le hombre ve la pobreza, la relacionan con el dinero.
Así que mientras el hombre lucha por sobrevivir, trabajando para comer, vestirse y tener una vivienda, las iglesias venden las concesiones y las indulgencias alentando la pobreza económica y mental, haciéndolas participes de la decadencia humana, ¿Qué interés tienen en hacerse pobres aquellos que ansían el paraíso? El deseo inmenso de salvar su alma corrompida una vez que has acabado la tarea de vivir en este mundo, no hay más interés que el propio, un interés basado en lo que puedes dar a tu iglesia, no en lo que puedes dar a la humanidad, eso queda soslayado, pues ayudas a la congregación en la que fijas tu fe, fijas tu visión en un grupo en el que confías sea el correcto para tu desarrollo espiritual, sin tomar en cuenta al prójimo que detestas por ser como es y no ser como tú quieres.
Para lograr la pobreza inserta en el mensaje oculto se requiere no solo de mera voluntad, se requiere de ayuda divina, y la divinidad está allí esperando tu llamado para acudir presto a tu solicitud. Una vez que hayas roto el velo de la ignorancia y hayas comprendido que no existe congregación tal que te compre un pasaje al cielo, que todas las religiones serias tienen algo de divinidad en sus mensajes y todas pueden ayudarte a escalar la montaña sagrada de la beatitud, todas te ayudarán en este paso por la vida señalándote el camino que te aleja del infierno y del limbo, sin embargo, el trabajo arduo requerido para la pacificación de tu alma, que es empobrecerla de maldad es personal, nadie tiene la facultad de ayudarte, porque nadie puede penetrar en tu inconsciente, solo tu eres dueño.
En el imaginario colectivo de la grey católica de los años sesenta y setenta, se tenía por santo a aquel que abandonaba las riquezas materiales, que se despojaba de toda posesión material para poder tener ingreso al grupo selecto de los elegidos por dios para ser partícipe de él en el paraíso, el único escalador de los siete cielos; sin embargo, nadie les contradijo en esencia que nada de eso era adecuado para la faena que querían llevar a cabo, el despojarse de sus posesiones materiales, solo provocaban en sí mismos un pecado, el de la avaricia, elevado a su máxima expresión, llamado así el pecado del dispendio. Así dios en su omnisciencia te manda al tercer círculo del infierno por derrochar todos los dones que te entrega para tu desarrollo armónico en la tierra y te quita todas tus posesiones y te deja en un mar de sufrimiento, el tártaro griego, el Mictlán azteca, que no es otra cosa que la representación de la vida misma en la tierra.
En el presente de cada persona, la pobreza debe ser símbolo de despojo de lo malo que habita en nosotros, si no somos pobres en pecados, seremos ricos en defectos, seremos ricos en sufrimiento, y de eso el mundo está lleno, por la interpretación errónea de la pobreza, ganar el cielo es igual de complicado que sufrir el infierno en la tierra, sin embargo, el premio por la pobreza de emociones es la felicidad, es el cielo. Dante, en la Divina Comedia, señala que la llegada al cielo es impresionante, tanto que te produce desmayo. El estar rodeado de ángeles sin créetelo, te hace sentir que no perteneces a ese mundo, aunque luches por pertenecer, aunque tu mente y tus acciones estén enfocadas a lograr un lugar en el paraíso, al lado de dios, cuando llegas no eres capaz de asimilarlo porque tu conciencia está obnubilada por el velo de la pobreza que te metiste en tu paso por la tierra.
Tu llegada al cielo estará vedada si no tienes un guía, ese guía es el mismo maestro que te enseña inconscientemente el bien y el mal, es el mismo que te pone a prueba, es el mismo que te guía una vez superada la etapa de pobreza emocional, entras de lleno a la riqueza espiritual.
Cuando llegas al primer cielo, según Dante, verás los nueve círculos de ascensión hasta la llegada al trono del eterno; el primer cielo, llamado cielo de la luna, donde los cuerpos se compenetran; el segundo cielo, llamado cielo de mercurio o de las racionalizaciones; el tercer cielo, se llama el cielo de venus, o del amor y los amantes, el lugar de los espíritus amantes; el cuarto cielo, es el cielo del sol, el de los sabios y de la inteligencia, allí habitan los doce sabios, como los doce sabios de Sion, o como los doce apóstoles, todos brillantes, todos luz, como la luz que generan los personajes cuando regalan conocimiento y sabiduría.
El quinto cielo, es el cielo de marte, el cielo de los héroes, que están en una cruz llameante; el sexto cielo, es el cielo de Júpiter, el de los jueces y de la justicia, casa de los justos y piadosos, los espíritus revolotean conformando letras con su luz “ama a la justicia los que juzgan la tierra”; el séptimo cielo, el cielo de Saturno, allí se encuentran las almas contemplativas, las que reprocharon el lujo y la vida depravada de los políticos; el octavo cielo, es el de las estrellas fijas, residencia de los ángeles; en el noveno cielo, es el cielo cristalino.
La pobreza es solo eso, una palabra de gran significancia, la pobreza es potencia enorme, te lleva al infierno o al cielo, cuando eres pobre de espíritu y abrazas el lujo y la depravación, abrazas la riqueza de los pecados, entrarás en la llama eterna del infierno, sufrirás eternamente, y en tu paso por la tierra, tu vida será un martirio incesante, sin embargo, la pobreza de las emociones, cuando eres pobre en pecados tu destino es el cielo, y la paz en la tierra, por ello, la sabiduría de tu consciencia deberás fortalecer, nutrir y elevar.
Si analizas un poco, notarás que la pobreza solo es una palabra, es una concepción, es solo una idea, las personas somos las que elegimos el lado de la pobreza que quieres, el de pobreza en pecados o la pobreza material, las dos son pobrezas, pero nos dirigen a distintos estadios, al cielo o al infierno.
En este mundo, en estos días, la insignia de la pobreza se llama voto, se llama capital político y económico, de la pobreza sale el negocio de todos, los pobres pagan más caro todo, el auto, la energía, la seguridad, la comida, la salud, su vida. La pobreza es insignia de negocio, para todos aquellos seres malvados disfrazados de personajes indulgentes, que te venden el cielo en la tierra y te arrastran a morir pobre material y espiritualmente. Ese tipo de negocio es más vil que aquellos políticos que solo quieren vivir a expensas del recurso público y logran convencer a millones que les darán migajas bañadas de oro para que sientan que participan de la riqueza con tal de que les vendan su voto y su conciencia.
El engaño espiritual y la promesa de un lugar en la mesa del dios que profesan es más acuciante conforme te acercas a la edad de la muerte, cuando has pasado la medianía, cuando las enfermedades te hacen ver la cara a la muerte, en ese momento la pobreza es un estigma de lo más horrendo para quien lo sufre y un estigma fabuloso para quien lo lucra.
Así que, mientras el hombre siga estigmatizando la pobreza y sufra de ella, habrá ofertas que te lleven al cielo y al infierno, dependerá de tu suspicacia el elegir el camino correcto, si crees que la muerte es el destino final, estarás equivocado, si crees que es solo una etapa estarás en lo correcto o ambas dos, porque la muerte es solo del cuerpo, y el destino final no lo conocemos, pero queremos creer que está más allá de una simple vida cuando la vida llega mediante la chispa divida, mediante la energía creadora, la cual no se destruye, solo toma la forma del personaje que viene a aprender, y la pobreza es solo un aprendizaje, no un estigma, la muerte te llegará un día, elije llegar a ella con paz, acostado en un colchón de plumas, no elijas la otra pobreza, la de las privaciones, y las del colchón de piedra, llegarás igual pero menos cansado.

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