Opinión

La Rumorosa (Despertar Poético)

La Rumorosa

Con ayuda de la biblioteca digital ILCE

Los sucesos que no son aceptados como normales y se consideran sobrenaturales han atraído siempre nuestra atención, por miles de años, la cultura y el conocimiento se ha transmitido de manera oral, en forma de cuentos y leyendas. Muchas de esas leyendas que llegan a nuestros días son las mismas que se cuentan por todo el mundo, como el del diluvio, como el de seres mágicos pequeños e inteligentes… en los setentas existían muchas leyendas ya adaptadas a nuestra idiosincrasia, algunas de ellas son leyendas de personas que aparecen por las noches en las carreteras  sinuosas y solitarias, generalmente son mujeres hermosas que te piden llevarlas a lugares que te quedan de paso y que desaparecen o se transforman en seres estrafalarios y grotescos, mujeres que simplemente están a la orilla de la carretera y que de pronto aparecen al lado del copiloto provocando accidentes fatales, similitudes que tienen algunas leyendas en Uruguay, en la ventosa, en los caminos de Ucareo, o en las curvas de la Rumorosa.

 En esta ocasión relataremos la leyenda de esta última, llamada “La enfermera de La Rumorosa”. Cuentan que en una ranchería cercana a la ciudad de Tijuana vivía una enfermera llamada Eva. Era una persona amable, eficiente en su labor, por lo que era muy respetada y conocida en la región, más porque ayudaba a todos los que necesitaran de sus servicios sin distinción, ponía especial atención a los enfermos y a los accidentados, cuidándolos como si de su familia se tratara, honraba su profesión; cuando la llamaban, sin importar la hora, ella iba a donde se lo pidieran, sin condicionar.

Cierto día tocaron a la puerta de su casa, era una señora que muy angustiada le solicitó ayuda.

  • Señorita Eva, ayúdeme, es mi esposo, está enfermo, necesita ayuda, por favor venga usted a verlo.
  • ¿Qué es lo que tiene? – Preguntó la enfermera solicita.
  • Ha tenido mucho dolor de estómago, toda la noche se ha estado quejando -respondió la mujer.
  • ¿Por dónde vives mujer? -Pregunta Eva.
  • Cerca de la Rumorosa -Contestó dándole referencias.
  • Está muy retirado de aquí, espérame, deja primero visitar a una vecina que está enferma y en cuanto me desocupe, iré para allá.

La señora le dio las señas del lugar y se fue. Mientras tanto, la enfermera tomó su maletín y se dirigió a casa de la vecina. Una vez que terminó la visita, caminó rumbo a la Rumorosa, pero en su prisa por llegar bajo el calor del medio día, se equivocó de camino, el paisaje le parecía todo igual.

  • No veo ninguna casa por aquí -pensó preocupada -estoy segura de que me dijo la señora que era por aquí.

Habían pasado varias horas desde que saliera de su casa y pronto oscurecería, tenía hambre y sed, el agua que había llevado se había terminado, a pesar de eso intentó no desesperarse, tenía que atender a esa persona. Mientras caminaba, sólo veía el piso y lo que tenía en frente, de pronto sintió la sensación de que algo no estaba bien en el ambiente y sintió temor, lo que vio no era otra cosa que las enormes montañas que formaban la Rumorosa, le entró miedo al estar sola con la noche por caer, eso le recordó todas las historias de aparecidos, brujas y animales fantásticos que se le aparecían a las personas que caminaban solas por esos lares.

Decidida a encontrar el camino hacia donde la necesitaban, volvió a caminar y guardando su miedo en lo más profundo de su mente se metió de lleno entre aquellas montañas yermas y cafés, ahítas de rocas. Con la noche esas enormes rocas, que estaban por todos lados, se transformaban en espantosas figuras fantasiosas y animales horrendos que abrían sus enormes y babeantes hocicos, mientras gritaban su nombre: ¡Eva, Eva…! y lanzaban miradas rojizas y brillantes sobre ella.

A Eva le entró el temor a lo desconocido y presa de ese terror se echó a correr desesperada, sus pies golpeaban fuertemente entre las rocas hasta que se resbaló, propinándose un fuerte golpe en la cabeza que ya no supo más de sí.

Al pasar de los días, los vecinos no la veían y preocupados la fueron a buscar, pero no la encontraron. La buscaron en los lugares cercanos y entre sus pacientes, y no obtuvieron respuesta, hasta que dejaron de buscarla.

Volvieron a saber de ella algún tiempo después, cuando llegaban camioneros espantados a la ranchería, contando que en una zona de curvas de la carretera llamada La Rumorosa veían a una mujer vestida de blanco, con uniforme de enfermera que pedía raid, solicitando llevarla a ver a un enfermo a cierta dirección de la Rumorosa … Aparecía en un tramo muy sinuoso, era tan difícil la zona que nadie podía detenerse para levantarla, y cuando iban rumiando que era una lástima que la vieran en un área tan peligrosa y no pudieran apoyarla, pero cuando volteaban y la veían, el corazón se les aceleraba, pues de la nada aparecía sentada en el asiento del copiloto.

Muchos del susto se accidentaban, los más fuertes de espíritu no volteaban a verla, sólo de reojo sabían que la llevaban. Eva siempre se quedaba quieta, y no hablaba, en cuanto pasaban frente al panteón ella desaparecía. Cuando contaban en las orillas de Tijuana la historia que acababan de pasar, y le daban señas a los lugareños, ellos de inmediato la identificaban ¡Es Eva, la enfermera! Señalan algunos que muchas de las personas cuando salían de la Rumorosa llegaban blancos de miedo, tan espantados que ya no querían pasar por aquellos lugares, pues corría el rumor de que era la enfermera perdida y que debió haber muerto en el lugar donde se aparece, pero nadie ha encontrado sus restos, y a pesar de llevar curas para exorcizar el lugar y bendecirlo para que su alma deje de vagar sin rumbo, no se ha logrado calmar a la aparición.

Otras historias que la gente cuenta es que, en la Cruz Roja de la ciudad de Tecate, muchos pacientes han sido atendidos por una misteriosa mujer, muy cuidadosa en las curaciones, siempre cuando no había nadie más cerca del paciente y al acercarse alguien más desaparecía, cuando se enteraban de quién los atendía, se espantaban, y a pesar del susto que les daba saber quién era, la mayoría señalaba que fueron muy bien atendidos.

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