Opinión

La tierra hueca, el otro retorno (Despertar de la tierra)

La tierra hueca, el otro retorno

Nada hay más emocionante que los engranes de la historia se empiecen a ensamblar con precisión. Cuando una historia se engarza con otra, empiezas a dudar de que la verdad que te enseñan exista; cuando estas historias además son fantásticas, no sólo dudas de la verdad aceptada, tu mente vaga, la imaginación explota, y miríadas de imágenes surgen sin parar y te desbordan que no sabes cuál exponer como una, como la única y la verdadera, te creerás loco.

Hemos visto por ejemplo que los fenómenos naturales están siendo cada vez más intensos, más expresivos, más elocuentes en sus consecuencias, y se presentan en formas muy distintas, como nubes en forma de olas como tornados en forma de raíces, como lluvias que suceden solo en pequeñas áreas, y te paras a pensar si todo eso es real, a pesar de haberlo visto y dudas si el camino que llevas sea el correcto, pero sabes que no, al ver como se autodestruye la tierra en un ciclo de renovación intensa  y el hombre está impasible, aceptando todo como consecuencias de algo extraño a ellos y a pesar de eso les gritas a todos que debemos enderezar el camino, para evitar que el daño sea menor, aunque en el fondo sabes que gritar no tiene sentido, pues la humanidad no tiene consciencia, no sabe que ya empezó el ciclo de renovación, y culparán a dios, al que ellos identifiquen como tal, culparán al destino, pero jamás se culparán a ellos mismos.

 Por ello, no tiene caso solicitar que reaccionen, si ni siquiera han identificado que son parte del problema y en consecuencia parte de la solución. Además, entendemos que no hay porque cambiar el sentido de la historia, porqué todos deben sufrir cada uno sus propios demonios y porque una sola persona no lo podrá hacer. Lo que debe hacer esa persona, sería hablarles al alma, al subconsciente colectivo para que surja la nueva humanidad que sí cambiará al mundo, pero este mundo, el de hoy no, este tendrá que perecer en el sentido alegórico, y con su muerte se podrá nacer en uno nuevo, se renovará, con nuevos hombres, nuevos animales, nuevas plantas, todos adaptados al nuevo escenario que nos presta la tierra. Deberá desaparecer todo vestigio del hombre actual.

 Analizando esto, se empieza a vislumbrar el futuro, el rompecabezas toma forma, juntas tus piezas y empiezas a descubrir tus verdades a medias o tus medias mentiras, que para este fin es lo mismo.

Vamos a delinear esta nueva verdad que estamos descubriendo, empecemos por el temor que nos produce el llamado cambio climático, que ya comentamos en esta columna. El cambio climático, es el mal menor, la tierra está a punto de sufrir otros cambios, cambios más fuertes y no necesariamente es el clima el único factor; son múltiples factores, que si los conjuntamos debemos llegar al factor original, ese factor se llama ciclo natural de la tierra. Ese ciclo tiene muchos matices, los matices son los que evidencian el cambio y el llamado cambio climático es sólo una consecuencia inherente solo a la tierra con el hombre, eso solo aumenta la agonía de la vida humana, eso solo nos hace saber que somos miserables y malagradecidos.

 La renovación de la tierra se dará en todos los planos acorde a la ley de correspondencia, se dará tanto arriba, como abajo. Vemos por ello como se mueven los océanos, como se mueven los volcanes, de manera distinta. Veremos pues que el comportamiento de la tierra dejará de considerarse normal a nuestro punto de vista actual y tenderá a tomar otra normalidad. La nueva normalidad será que aparecerán volcanes donde no había, despertarán los que se consideraban extintos; por ejemplo, los 91 volcanes que aparecieron en la Antártida. Existirán ciclones, tornados y trombas en zonas donde comúnmente no había, aparecerán tormentas de todo tipo de elementos, agua, fuego, aire y tierra en zonas donde comúnmente no había, ejemplos empezarán a sorprendernos día a día y al hombre ¿Qué le queda?

 Le queda apresurarse a recomponer el camino, si le da tiempo, eso al menos le dará consciencia de que es un ser integrado al universo, y a pesar de ello, la mayor parte de la humanidad perecerá, esto nos provocará miedo, y ante ese temor nos surge la pregunta ¿A dónde ir cuando el mundo colapse? y la respuesta indefectiblemente es “a la tierra”, pues de ella provenimos, de ella dependemos, aun no estamos preparados para vivir en otro mundo, más que en este… pero si estamos en la tierra, podrán decir, y diremos, que sí, efectivamente, si la tierra nos pone el problema de subsistencia, la tierra también nos da la solución, mientras estemos en este plano, la tierra es nuestro único hogar, es origen y destino físico, por lo tanto, la solución es regresar a  la tierra, iremos al centro de la tierra, donde el clima es uniforme, se mantiene a una sola temperatura y podríamos decir que sería imposible la existencia de vida en el centro de la tierra.

 Más existe en nosotros una leve sospecha de que la tierra hueca es otro mundo con las mismas características que el que conocemos y que allá abajo moran plantas, animales y hombres, y que esos hombres nos ven con tristeza y desesperación cuando se acerca el ciclo del cambio de energías de la tierra, más saben que no tienen por qué incidir en ese destino, cada persona debe sufrir las consecuencias de sus actos, ya sea por acción o por omisión. Esa civilización está pendiente de lo que hacemos en la superficie y sufren porque la tierra también es su hábitat y cuando ven que el tiempo aciago se acerca, cuando las personas de la superficie en masa perecerán, cuando se acerca el día en que esta civilización desaparezca, empiezan a mandar animales que se creían extintos para nivelar el clima, para equilibrar los ecosistemas, pues su energía de planos inferiores son niveladores de fuerzas energéticas, así empezaremos a ver como aparecen poco a poco animales antes extintos, así mismo aparecerán animales nuevos o desconocidos para el hombre actual.

 ¿Por qué decimos que debemos irnos al centro de la tierra? Lo decimos debido a que los mayores desastres se darán en la superficie, donde la mayoría de los hombres viven. En las profundidades estos cambios se sentirán menos, al menos en clima. Los mitos pues de la tierra hueca y de las civilizaciones dentro de ella empiezan a tomar forma. Es probable que los elegidos, aquellos que tengan la información de la civilización o quienes tengan contacto con ellos, si es que existen, tendrán en sus manos la continuidad de la especie, la que señalan los místicos, la nueva sociedad será más espiritual, más pacífica, y para lograr eso, tendrá primero que sufrir la guerra y el desastre.

Existen muchas historias, leyendas y mitos que cuentan la existencia de grandes ciudades subterráneas y grandes civilizaciones intraterrestres extendidas por todo el mundo, unidas entre sí por túneles interconectados por todo el planeta; ejemplos hay varios, como la cueva de Tayos en el Ecuador o las supuestas entradas a los mundos subterráneos en los Andes, en el Himalaya, en el Tíbet, en el Desierto de Gobi, en Siberia o bajo la esfinge de Guiza, todos ellos nos lleva a pensar que la tierra hueca es verídica y que la civilización bajo la tierra es posible, al menos como medio de supervivencia mientras la tierra se reacomoda, sería la nueva arca de Noé.

 El mito de la tierra hueca señala que la tierra es un planeta hueco, con aberturas milenarias repartidas por todo el mundo, que sirven de entrada o salida, incluso se señala que existen en los casquetes polares. Teoría defendida por varios investigadores, como Edmund Halley. Evidentemente la tierra si es hueca, miles de kilómetros de cuevas, lo que no estamos seguros es que haya civilizaciones internas. A pesar de ello, consideramos que puede existir la posibilidad, basándonos en las leyes naturales y los vestigios encontrados alrededor del mundo, como: Derinkuyu, Capadocia en Turquía, Shanghái en Portland Estados Unidos, Bóvedas de Edimburgo en Reino Unido, Dixia Cheng, Pekín, China, Las minas de sal en Wieliczka, Cracovia, Polonia, Réso en Montreal, Canadá, Setenil de las bodegas, España, por decir algunos.

 En todos esos vestigios se observa que la humanidad las habitó por bastante tiempo, debido a la calidad del trabajo tallado muchas veces sobre la roca. Entre la mitología Hindú también se menciona la existencia de infiernos en el interior de la tierra, llamados Patala,  o el mito de Agharta, que señala fue un país subterráneo, fundado hace millones de años y se encuentra bajo el desierto de Gobi, gobernado por el rey del mundo, verdadero dominador del planeta, conectado con creencias budistas debido a que la capital Shambhala también aparece en los textos budistas y aparece bajo el Himalaya, pudiendo decir que es el mismo reino interconectado.

 Algunos señalan que Agharta tiene accesos en los polos, bajo el Gobi y bajo el Himalaya, cierto o no, el mito de la tierra hueca y de civilizaciones subterráneas empiezan a tener lógica ante la cantidad de fenómenos que aquejan la tierra y ponen en peligro al hombre de la superficie. La única manera de sortearlos sin tantas vicisitudes hoy, sería volver a la tierra hueca, es sólo una opción dentro de la gama de opciones que tendremos que elegir tarde o temprano.

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