Zitácuaro

Realizan trabajos arqueológicos en el oriente michoacano

Realizan trabajos arqueológicos en el oriente michoacano

-La arqueóloga Estela Peña Delgado realizó estudios en Zitácuaro, Benito Juárez, Tuzantla, Tiquicheo y Susupuato.

Zitácuaro, Mich. – Varios años lleva dedicados a la investigación la arqueóloga Estela Peña Delgado, entre ellos sobresalen cinco municipios en el oriente michoacano, los cuales datan de la época prehispánica, realizando exploraciones en tres zonas arqueológicas. Todas ellas de suma importancia, que tienen un pasado precolombino de la región.
Entre ellas se encuentra la zona arqueológica de San Felipe-Ziráhuato, localizada en las tenencias del mismo nombre, pertenecientes al municipio de Zitácuaro. Se trata de una zona con arquitectura monumental, la cual fue descubierta en 1963 por el Dr. Román Piña Chan, quedando desde entonces bajo resguardo del Instituto Nacional de Antropología e Historia.
Las exploraciones han sido financiadas por la institución y las ha llevado a cabo el profesor investigador emérito Otto Schöndube Baumbach, así como la arqueóloga Estela Peña Delgado, durante las cuales se han hecho trabajos de prospección, excavación y análisis de los materiales obtenidos, de cuyos resultados se hablarán más adelante.
En segundo plano está la zona arqueológica del municipio de Benito Juárez, en ella se realizaron recorridos de superficie, patrocinados por el H. Ayuntamiento del lugar. Los materiales recabados permitieron establecer una cronología tentativa, pero suficiente para lograr una interpretación.
En tercer lugar, se encuentra la zona arqueológica nombrada La Vega, por encontrarse en la vega del río Tuzantla, tributario del Balsas, ubicada en el municipio del mismo nombre, en Tierra Caliente. Al igual que la anterior, las exploraciones se llevaron a cabo financiadas por el H. Ayuntamiento y autorizadas por el INAH.
Las tres comparten un pasado común, como lo demuestran sus indicadores arqueológicos, fueron ocupadas por grupos matlatzincas, los cuales, al igual que otras étnicas, entre las que figuran mazahuas, otomíes, pames y ocuiltecas, pertenecen a la familia lingüística otomí pame, o sea que provienen de un origen común.
Aunque en el devenir histórico fueron adquiriendo rasgos propios que los diferenciaron, provienen de antiquísimos grupos otomíes que a la caída de Teotihuacán se establecieron en la Cuenca de México, Valle de Toluca y levante michoacano, entre 650 y 750 D.C., poseían cerámica Coyotlatelco y mostraban relaciones en ese gran centro ceremonial.
Más tarde reciben influencia del estilo cerámico Mazapa y hacia 1,162 D.C., ya son considerados como matlatzincas, de acuerdo con las investigaciones mencionadas, Jacques Soustelle, el doctor Román Piña Chan y las Fuentes etnohistóricas.
En los siglos XVI y XVII, en esta área se hablaba mazahua, matlatzinca, tarasco, otomí y nahua, al finalizar este último siglo, las tres primeras comienzan a extinguirse, sobreviviendo únicamente las dos últimas.
Esta variedad de lenguas obedece al hecho de que esta región fue la frontera del reino purépecha que lo defendía de los mexicas, por ejemplo Tuzantla se llama en lengua tarasca Cusaro, que quiere decir “lugar arenisco”, y en nahua Tuzantla, que significa “lugar de tuzas o topos” .
Al occidente se localizaba el reino tarasco, fiero e irreductible enemigo de los aztecas, cuya capital era Tzintzuntzan, gracias a las conquistas de sus monarcas este reino se ensanchó paulatinamente.
Ya para el siglo XV comprendía el actual estado de Michoacán y fracciones de los de Querétaro, Colima, Jalisco y Guerrero, recibiendo la obediencia de 129 pueblos tributarios.
Hasta aquí parte de los estudios de investigación hechos por la arqueóloga Estela Peña Delgado, una mujer estudiosa de la arqueología del oriente michoacano

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