Opinión

Aceptemos el destino (Despertar de la tierra)

Aceptemos el destino
He vuelto a recorrer un camino que hacía muchos años no recorría, ese camino me llevó al Lago de Cuitzeo, lo que vi, ya no me sorprendió, más bien me hizo reflexionar ¿Estamos preparados para afrontar las consecuencias de nuestros actos? ¿Seremos capaces de vivir sin el peso de la culpa?, y es que antaño el lago en esta época, todavía con lluvias, las aguas del lago llegaban a la altura del camino, tanto así que cuando caminabas por allí, la brisa te refrescaba la cara… Te sentías feliz… hoy pasé y el lago se está retirando, ya no llega al camino… Me paré y solo vi un bosquecillo de juncos, y el agua dejando traslucir el fondo lacustre… El aire ya no refresca la cara, te da golpes secos, sin ánimo. Ante esa visión, en otros tiempos gritaría, maldeciría, me halaría de los pelos, pero hoy, me siento cansado, y no lo voy a hacer, solo voy a reflexionar el ¿Por qué hacemos tanta barrabasada contra nuestro hábitat? Lo único que se me ocurre es que el común no ha visto la magnitud de sus actos, es algo así como la parábola de la rana hervida descrita por Peter Senge en La Quinta Disciplina Si a una rana se la pone en una olla, sobre un fuego intenso, buscará saltar y escaparse, mientras que si la ponemos en una olla en agua a temperatura ambiente, y no la asustamos, se queda tranquila. Cuando se va aumentando la intensidad del fuego, la rana quedará cada vez más aturdida y finalmente no estará en condiciones de salir de la olla. Los seres humanos reaccionamos igual que una rana. Saltamos si los cambios son repentinos y nos adaptamos si el cambio es paulatino, así lo creo, los vecinos de Cuitzeo conforme han pasado los años se han ido adaptando a esa visión, que ya no ven la forma de salir, no ven la manera de ayudar al lago a regresar a su estado de origen. Así pues, con el paso de los años, el lago se ha ido retirando, se está secando y los vecinos solo atinan a pelearse el terreno que deja libre el lago y que le pertenece a la nación, buscando la manera de apoderarse de la tierra lacustre, sin fijarse si eso es bueno o no para la vida, si eso es producto de alguna mala práctica humana, o si no les pertenece dentro de las leyes del hombre, no se preguntan si al secarse el lago no es prefacio para la muerte misma del pueblo. Solo piensan nada más en sacar provecho de la desgracia, como todo en su devenir.
Ya no me sorprende que el hombre no se preocupe por su mundo, ya no me sorprende que el hombre solo vea su beneficio material, lo que me sorprende es su grado de estolidez que raya en la enajenación se vaya acendrando hasta hacerse “común”, cierto es que los tiempos actuales corren más aprisa, notamos como los años se van deslizando por nuestras manos sin siquiera percatarnos de su paso, cuando menos acordamos ya pasaron 30 años <el tiempo que pasó desde la primera vez que vi el lago al día de hoy> y que sigamos buscando la manera de asegurarnos el sobrevivir día a día como hace 30 años, pero ahora es costa de nuestra vida, o de que la acortemos más de lo que el propio tiempo hace, de que la sacrifiquemos a costa de nuestra mendacidad. Sé que esas personas que se vanaglorian y malician lo ganado al lago, se sentirán poderosos por poseer un pedazo de tierra más, y presumirá que nadie más que él… Lo tiene, y será cierto, en esta vida podrá hacerlo y se ganará el respeto de sus pares, pero esa avaricia lo terminará matando, más temprano que tarde, esa envidia le corroerá las entrañas al sentirse dueño de su pequeño mundo y querrá poseer un pedazo más, y otro más hasta que su muerte le coarte el camino y deje se desear más tierra, y dejará sembrada la semilla de su avaricia en su círculo íntimo, y desearán no tener lago, por poseer tierra, después, sus hijos, o los hijos de sus hijos desearán tener la posibilidad de conocer un lago que les asegure vivir un día más, pero será demasiado tarde.
No sé cuánto tiempo tengan los lagos con lo que cuenta Michoacán, ni el de Cuitzeo, ni el de Pátzcuaro, ni el de Chapala, ni la laguna de Zirahuén, ni los manantiales de San José Porúa, ni el chorro de Ixtlán, lo que sí sé, es que todos tienen un período de vida, cumplen con las leyes del nacer, madurar y morir, todo esto en ciclos que se podrían calcular, que es muy similar a predecir, pero mediante el estudio científico apoyado por las matemáticas. Ni siquiera es una idea original, fue lanzada al viento por los griegos y fue analizada y puesta en práctica por Alexandre Deulofeu, un español poco común, se decía químico, historiador y violinista, esta combinación de habilidades y conocimientos lo obligaron prácticamente a formular la teoría de que los seres vivos nacen, crecen, maduran, decaen y mueren con la misma precisión que se encuentra en las leyes de la física y la química. Estudiando la historia de los pueblos, comparándolo con el comportamiento biológico de los seres vivos, se encontró con patrones comunes, movimientos que se siguen repitiendo a lo largo de los siglos, llegando a la conclusión de que todos los pueblos nacen, crecen, maduran, decaen y mueren. Con ese conocimiento, Deulofeu pretendía que los gobiernos estudiaran a su civilización y tomaran previsiones, situación que no fue tomada en cuenta, las predicciones matemáticas no eran tomadas en serio y menos de un personaje que no era un científico connotado. A pesar de no ser tomado en cuenta salvo por sus afines, estudió a algunas sociedades y les predijo un futuro que se puede leer en el libro “matemáticas de la historia” de 1951. Uno de los pueblos estudiados fueron el ruso y el español. En 1948 propuso la desintegración de la URSS, la pérdida de las colonias inglesas y francesas y el dominio de Alemania, y el día de hoy vemos que no falló en sus afirmaciones, la URSS se desintegró, las colonias se emanciparon y Alemania es una potencia predominante en Europa. Después de haber comprobado los designios de sus estudios, queriendo apuntalar al mundo con buenas intenciones señaló: “Mientras no se ha conocido la ley de la Historia, las luchas eran inevitables, porque nadie sabía cómo acabarían. Hoy, sin embargo, sabemos cómo han de acabar y, por tanto, es absurdo que, sabiendo de antemano los resultados, los pueblos se peleen”. La teoría del Caos del filósofo de Cedano, señala que “Si un pueblo es ignorante del sí mismo, tenderá a destruirse a sabiendas de que está equivocado, solo con la idea de que esa vez, las cosas salgan diferentes repitiendo mil veces el mismo error, apoyado en la casualidad”. Las teorías de Deulofeu que más me han llenado el espíritu, es la inclusión universal de os pueblos, donde todos los hombres sean libres en una tierra sin fronteras, en sus escritos consideraba al mundo como una federación voluntaria de pueblos libres, donde todos ellos tengan la misma categoría y la misma influencia. La tendencia de la evolución natural de los pueblos se realiza ya por la desintegración de un imperio o por la desintegración de un régimen autonómico dentro de este imperio, derrocando o diluyendo las monarquías. Estamos conscientes que no existen coincidencias, sino que se cumplen ciclos, la naturaleza de comporta de la misma manera en lo anímico como en lo social, así la vida del hombre, las plantas, los animales, los planetas, el universo está regida por la campana de Gauss, o por la matemática de la historia de Deulofeu, que son teorías bastante amarradas y simétricas, lo importante en la de Deulofeu es su explicación numérica, ya que menciona que los sociedades nacen, crecen, decaen y mueren en seis siglos y medio, pero como no existe un dato preciso o una línea de tiempo que corte de tajo esta teoría, se basa solo en acontecimientos subjetivos, esto nos hace asegurar que cumplen la ley del siete, dando por hecho que las sociedades viven siete siglos, dado que la ley del siete es universal y rige todo la llamada creación, llamada dentro de la cultura esotérica la ley del Heptaparaparshinock, y la vemos representada en los siete días de la semana asociados a las siete influencias planetarias (Lunes: luna; marte: Marte; Miércoles: Mercurio; Jueves: júpiter, Viernes: Venus; Sábado: Saturno; Domingo: Sol); las siete notas musicales, los siete colores visibles del arcoíris, y según leyendas antiguas, en la tierra contará con siete razas (estamos en la decadencia de la quinta raza, según el calendario azteca e inscripciones mayas), Paracelso aseguraba que el hombre cuenta con siete cuerpos (físico, vital, astral, mental, causal, conciencia y ser), los yoguis mencionan que tenemos siete chacras, las siete palabras que pronunciara Jesucristo en el Gólgota, los siete elementos fundamentales de la vida (tierra, agua, aire, fuego, éter, luz astral y mente cósmica) o los siete pecado capitales. Don Cedano, sesudamente mencionó en uno de sus escritos, que las guerras en México son cíclicas, se han venido sucediendo cada cien años ininterrumpidamente, entre los años 15 y 20 de cada siglo, teniendo algidez en los años 17, así como Tariacuri conquistó Mechoacán en el año 1117, los españoles conquistaron los pueblos del México antiguo en 1517, como se dio la independencia en 1817, como sucedió la revolución en 1917, y como está la violencia en una guerra fratricida en este año 2017. Así podemos concluir, que todos son ciclos que se tienen que cumplir, quizá nos haga falta sacarle el acta de nacimiento a los lagos de Michoacán para definir una fecha cercana a su desaparición, para que los habitantes que viven a su alrededor vayan haciendo sus maletas o sus féretros, lo que se les ocurra primero.
Así pues dije que no me iba a molestar, solo iba a reflexionar, y a ver pasar los acontecimientos, esperando solo que las leyes naturales se cumplan en los bueyes de mi compadre, no en los míos, y si logró ver cómo esas leyes se encargan de ejercer justicia y puedo decir “se los dije” sin tener pena, es que en verdad, la sociedad no tiene remedio.

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