Opinión

CUANDO DE DERECHOS HUMANOS SE TRATA (ARENA SUELTA)

POR TAYDE GONZÁLEZ ARIAS

La lucha por el reconocimiento y la garantía de los derechos humanos, no está ganada, y se trata de uno de esos temas que en muchos lugares del mundo siguen siendo un pendiente; sobre todo en aquellos sitios en los que, por ejemplo, se castiga con la pena de muerte la diversidad sexual, o las libertades sexuales, existiendo como éste muchos otros motivos burdos e inaceptables por los que se violentan las libertades de la humanidad.

La intolerancia y la falta de respeto del hombre, hizo que fuera necesaria la redacción de una carta de derechos humanos y la instauración de un organismo internacional que cuidara la paz, enmarcada en la garantía de que los gobiernos, respecto a sus ciudadanos, respetasen su actuación, evitado en lo más y en lo menor transgredir en su persona y la de la comunidad todo aquello que posee por el solo hecho de existir. Lo que, sin embargo, se ha visto empañado una vez que  les suele ser incomodo el sacar a la luz información que no quieren que se sepa, o bien, cuando la delgada piel de los gobernantes es incapaz de soportar la crítica, el análisis e incluso las formas diferentes de pensar, cosa que se replica en las corporaciones que, dotadas de poder, llegan a creer que deben someter y posiblemente creer que es mejor que les teman a ser amados.

Vale la pena recordar que desde la primera y la segunda guerra mundial el planeta fue movido no sólo por el fuego, sino también por el clamor social por encontrar la paz y vivir en la tierra con tranquilidad, por lo que no se hicieron esperar las manifestaciones y acciones desde la sociedad y por parte de algunos mandatarios de buen corazón, para que se instaurara la paz en el mundo y que fuera perdurable la tranquilidad; por lo que, hasta nuestra actualidad, agradablemente se cuenta con instituciones a fines a las mas sublimes misiones de armonía constante y continua para el mundo.

En el caso de México, los derechos humanos, no son algo que estén a discusión, ni se trata de cosa que se pueda dar o no, sino de una garantía que tiene el Estado para con su población, de modo que se creó una instancia nacional, y estatales, e incluso regionales, cuya función principal es el resguardo de las libertades y el derecho que adquiere cada sujeto, sólo por el hecho de ser persona.

Desde la creación de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, en México, en el año de 1992, hasta la fecha, la institución ha tenido como función primordial la protección, la observancia, la promoción, el estudio y divulgación de este bien intrínseco al ser humano, teniendo como atribuciones las de recibir las quejas por violaciones, conocer e investigar a petición o por oficio presumibles actos de violación, formular recomendaciones, denuncias y quejas ante autoridades, definir en última instancia las inconformidades que se presenten de las recomendaciones y acuerdos de los organismos estatales, procurar la conciliación entre quejosos y autoridad, elaborar programas preventivos, proponer a las autoridades los cambios en leyes y reglamentos para la protección, formular programas y proponer acciones para cumplir tratados, convenciones y acuerdos internacionales, supervisar, dar seguimiento y proponer al ejecutivo la suscripción a los documentos internacionales que garanticen el respeto irrestricto de los derechos humanos.

Para conocer el estado que guarda  el tema de  la protección de los derechos humanos, cada año se presenta un informe al Poder Ejecutivo del país, representado en la persona del Presidente de la Republica Mexicana; sin embargo, después de 29 años, este 2019, el presidente de la C.N.D.H. Luis Raúl González Pérez, tuvo que entregarlo a la secretaria de gobernación Olga Sánchez Cordero, lo que para algunos puede ser insignificante, pero que para otros es mucho más que una tradición, pues es la oportunidad de que de manera personal se escuche al titular de una de las áreas que debieran tener total autonomía, y de su voz saber la cantidad de violaciones que persisten en el país, y las cifras que alarman y obligan a recargar fuerzas para el trabajo en esta materia.

Para bien o para mal, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), se ha convertido en el primer presidente que no sólo no va a recibir el documento que informa de la situación en la que se encuentra el Estado mexicano respecto a los derechos humanos, sino que es también que no se dio la oportunidad de prestar oídos para escuchar los datos relevantes de los que pudiera planear, plantear y poner en marcha políticas más efectivas para la protección de los derechos humanos de los mexicanos, sobre todo considerando que el 2018 fue un año por demás critico en esta materia, al recibir 158 mil 960 quejas.

No es aceptable que, frente a la continua desaparición de personas, la practica de la tortura, el desplazamiento forzado, la explotación o los abusos a las minorías y grupos de migrantes, así como la constante aparición de fosas clandestinas, los muchos casos de violencia por género, los casos constantes de ataques y asesinatos a periodistas y defensores de derechos humanos, el ejecutivo no sea capaz de considerar esta una prioridad.

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