Discípulos de la alegría

p. Agustín García Celis

En muchas ocasiones nos encontramos personas que viven su vida centra en las situaciones negativas de la sociedad, parecieran “aves de mal agüero”, que ven la vida con mucho pesimismo y sus diálogos son negativos.

Aun a pesar de las situaciones que aquejan a la sociedad, siempre encontramos acciones en favor de la humanidad, acciones que nos dejan ver que somos más lo que deseamos el bien y nos esforzamos por mejorar nuestra sociedad.

Que bien sería que todos dejáramos de ser tan amarillistas y nos encargáramos de trasmitir lo bueno que sucede en la sociedad, que fuéramos capaces de incidir positivamente en las personas, en las familias. Que  fuéramos esos medios capaces de pintar en sus letras las obras buenas en favor de las personas, y de alegrarnos con las acciones que mejoran la sociedad.

La esperanza de ver un mundo mejor, una mejor sociedad, debe mover nuestros ánimos, debe mover la creatividad social, debe impulsar a todos para desgastar con alegría nuestras fuerzas. Debe mover las masas humanas para defender los proyectos que mejoren las condiciones de todas las personas.

También quienes tienen en sus manos las posibilidades de ser agentes para gestión social, deben poner al servicio de la ciudadanía sus capacidades con gratitud, por ser hombres o mujeres que la vida les ha premiado con dichas oportunidades y que pueden ser agentes de cambio, agentes de mejoría, agentes de transformación, personas que han logrado entender el lugar que ocupan en la sociedad y han abrazado con alegría esta responsabilidad.

Tenemos que vivir con alegría nuestra vida y afrontar con esperanza todos los desafíos que nos presenta la descomposición del tejido social. Si todos nos centráramos en ser positivos en esta sociedad y defender las acciones que nos están ayudando para el cuidado de la casa común y poco a poco fuéramos uniéndonos a las iniciativas de aquellos que con su creatividad nos marcan caminos que nos ayudan a mejorar las condiciones sociales, la sociedad cambiaría y viviríamos en mejores condiciones humanitarias.

Todas estas acciones altruistas deben basarse en la verdad y en una moral social que beneficie a todos, no solamente a algunos, ya que también de pronto se han hecho muchas propuestas que nos han confrontado y han rivalizado desde su concepción con la verdad y con la moral. Un ejemplo son todas esas acciones que están a favor del cuidado de los animalitos, pero en contra de la vida del hombre y a favor del aborto. Acciones a favor de las madres solteras dando a ellas beneficios económicos, pero descuidando a los adultos que sin fuerzas luchan por sobrevivir y considerando que se hacen merecedores de ayudas sólo si rebasan una cierta edad. Debemos ser discípulos de la alegría y con nuestra vida contagiar las ganas de vivir a los demás, discípulos de la esperanza que con nuestras iniciativas promovamos los valores entre nosotros. Debemos esforzarnos por llevar nuestros deseos de cambio a las personas e incidir positivamente en las estructuras sociopolíticas, instituciones y en las familias.

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