Opinión

Minería: la turbia alternativa

La eliminación de las llamadas Zonas Económicas Especiales, había representado una especie de “golpe” del gobierno federal a la costa michoacana, específicamente al puerto de Lázaro Cárdenas. Pero hora, la federación a manera de “compensar” esa baja, ha optado por dar empuje a la industria metalúrgica con la empresa Arcelor Mittal; no obstante, esta “apuesta” tiene sus riesgos para Michoacán.

EL PLAN ANTERIOR

La Zona Economica Especial (ZEE), es un área delimitada geográficamente, ubicada en un sitio del país con ventajas naturales y logísticas para convertirse en una región altamente productiva. Su objetivo es democratizar la productividad, a nivel regional, para que sus habitantes tengan las mismas posibilidades de desarrollo y bienestar que los del resto del país.

Algunos de los beneficios de los que estas zonas pueden gozar, son: fiscales y laborales, un régimen aduanero especial, un marco regulatorio ágil, una infraestructura de primer nivel, programas de apoyo (capital humano, financiamiento, innovación), así como estímulos y condiciones preferenciales.

Enrique Peña Nieto promulgó la Ley Federal de Zonas Económicas Especiales (ZEE). Estas Zonas son: la del Puerto Lázaro Cárdenas, que incluye municipios vecinos de Michoacán y Guerrero; la del Corredor del Istmo de Tehuantepec, que incluirá los polos de Coatzacoalcos, Veracruz y Salina Cruz, Oaxaca; y la de Puerto Chiapas, en Chiapas.

Con esto se pretendía la continuidad de programas, acciones y políticas públicas de largo plazo, considerando paquetes de estímulos para cada zona económica.

Pero a finales del pasado mes de abril, el presidente Andrés Manuel López Obrador anunció que las ZEE no cumplieron con la función para la que fueron creadas, el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, anunció que éstas desaparecerán.

¿Desaparecen?, se le cuestionó; “Sí, totalmente”, dijo.

En conferencia de prensa, en Palacio Nacional, expuso que el proyecto impulsado por la administración de Enrique Peña Nieto, para fomentar la economía del sureste del país, no cumplió con los beneficios que su implementación traería a esa región.

“Era para supuestamente ayudar, pero nunca hicieron nada por ayudar; hicieron negocios, compraron terrenos y derrocharon recursos. No se benefició en nada”, expuso.

LA “COMPENSACIÓN”

En el 2017, Arcelor Mittal prometió una inversión de mil millones de dólares, de los cuales ya se han dado 600 millones y solamente faltan otros 400 millones de dólares en la región para impulsar su planta siderúrgica y el desarrollo minero de la Sierra-Costa de Michoacán.

Esta inversión generaría unos 8 mil empleos directos y otros 50 mil empleos indirectos, además de que sería la punta de lanza del proyecto de las Zonas Económicas Especiales (ZEE), que desaparecieron en los primeros meses de gobierno de López Obrador.

Lunes 10 de junio de 2019, el presidente de México despejó las dudas, de si iba a seguir con el impulso del desarrollo de esta región, al reunirse con el magnate acerero Lakshmi Narayan Mittal, dueño de la empresa Mittal Steel Company.

A través de su perfil oficial de Facebook, López Obrador mostró los resultados de la reunión, en la que le prometió al empresario de la India, como Peña Nieto lo hiciera en su momento, la seguridad de que sus inversiones iban a estar bien protegidas.

“En esta plática estamos llegando al acuerdo de explorar la posibilidad de que inviertan más en México, en cuando menos en unos mil millones de dólares más, tanto en Lázaro Cárdenas como en otras actividades productivas, para que sigan generándose empleos en el país”, dijo Obrador.

“Este es un encuentro muy importante, porque significa repito: invertir, de esa manera se generan empleos y si hay empleo hay bienestar, hay paz y hay tranquilidad en nuestro país”, concluyó.

EL RIESGO

Sin embargo, el apoyo de López Obrador a este proyecto peñista radica en que se trata de un impulso a la explotación de los recursos naturales de la Costa de Michoacán, que para decenas de pobladores de la región significa una amenaza directa a su forma de vida.

Como antecedente, se debe mencionar que 21 años atrás, la empresa minera Ternium empezó a operar en la comunidad indígena de San Miguel Aquila, pero apenas en 2016 los comuneros denunciaron incumplimientos de acuerdos de la empresa, además de manejos opacos y sin beneficio para los habitantes de la zona.

Thermiun “no cumple, no paga (…) dice la empresa que es un cerro de pura piedra, que no hay árboles, pues si ellos se los acabaron. Los químicos que usan los echan al agua que es la potable, baja y da a la toma del agua y está verde, toda grasosa”, denunciaron los vecinos. Con lo que también se deben destacar las graves consecuencias que la minería tiene en el medio ambiente y que han sido motivo de controversias mundiales, como el caso de Brasil, donde un rio fue devastado por desechos mineros.

Por último y no menos importante, debe rememorarse el control de las minas por el crimen organizado, que fuera revelado desde 2013. Además de la exportación ilegal de los recursos producidos, sin que este tipo de prácticas hayan sido detenidas aun, pues en diciembre pasado Guillermo Haro Bélchez, titular de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa),declaró que en Michoacán aún hay minas operadas por esos grupos y en los últimos meses se decomisaron un millón de toneladas, parte de las cuales tenían por destino el mercado asiático, una cantidad que equivale a más de 3 mil tráileres formados uno detrás de otro.

EL OTRO PUNTO DELICADO

El 20 de diciembre de 2006, Mittal Steel Company, a través del recién creado grupo Arcelor Mittal –luego de que se había comido a su principal competidor apenas seis meses antes- compró la Siderúrgica Lázaro Cárdenas Las Truchas (Sicartsa), al costo de mil 400 millones de dólares.

Sicartsa era una empresa fundidora del Estado Mexicano en el Puerto de Lázaro Cárdenas, hasta que fue rematada en 1991, durante la administración del presidente Carlos Salinas de Gortari y la adquirió Grupo Villacero.

La empresa paraestatal generaba ingresos anuales por 2 mil 500 millones de dólares y fue privatizada por apenas 170 millones de dólares, lo que generó descontento y una serie de cuestionamientos que nunca fueron aclarados.

¿Hay entonces congruencia del presidente al apoyar a una empresa que estaba siendo apuntalada por su antecesor? ¿Tomará en cuenta un posible reclamo posterior de los pobladores de la Costa-Sierra Michoacana? Así podrían seguir varias preguntas sobre este anuncio y sus antecedentes, pero mientras tanto Michoacán está siendo encausado en una turbia alternativa.

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