Mundo de ciegos primera parte (Despertar poético)

Mundo de ciegos primera parte

Ricarda había perdido la vista debido a complicaciones de la diabetes siendo muy joven y cuando su carrera empezaba a despuntar. Siendo maestra de primaria estaba siendo promovida y estaba planeando un futuro profesional excepcional al prospectar estudiar una maestría, pero el destino quiso ponerle una prueba bastante fuerte, le quitó la línea de futuro que se había creado, le vino un coma diabético y perdió el sentido del equilibrio y de la vista. Pasando los días, tuvo que acostumbrarse a su nuevo rol, apoyándose en su hermana mayor para poder empezar un nuevo estilo de vida. No veo, pero huelo –Me dijo cuando la vi estando ella ya sin el uso de la visión – Recuerdo los olores como si fuera ayer.

Un personaje considerado normal como muchos de nosotros nos sentimos, no logramos comprender la magnitud del problema que enfrenta una persona con discapacidad, los vemos y sentimos que deben ser normales, cuando caemos en cuenta que son diferentes después de pensarlo muchas veces, tratamos de justificarnos y pobretearlos –Eso indigna – Me mencionaba.

  • No puedes vivir la vida pobreteando a las personas con deficiencias solo porque no podemos hacer las mismas actividades que hacíamos cuando no sufríamos alguna discapacidad, aprendemos a usar los otros sentidos si solo tenemos uno dañado, por ejemplo yo, empecé siendo débil visual, después ciega total, ya sufrí, ya lloré, ya pataleé, ya maldije a dios, ¿Qué me queda? ¿Morir? Sería sano, pues dejaría de ser una carga, al menos así lo pensaba, pero al poco tiempo terminas acostumbrándote a tu nueva vida y a desarrollar los otros sentidos en sobre manera, ya te dije, conozco a las personas por el olor, por el timbre de la voz, por el golpeteo de sus zapatos al caminar.
  • ¿No te gusta que te digan pobrecita?
  • No, no soy pobre, eso no me ayuda si me quiero superar.
  • ¿Cómo lo has superado?
  • Con la ayuda de mis hermanos y de mi familia que no me ha dejado sola en este trance.
  • ¿Cómo es la ayuda que te prestan?
  • La que más me importa es la moral, la física la voy resolviendo, mientras todos los que me rodean no me dejen caer en depresión será suficiente.
  • ¿Ya te estás acostumbrando a vivir a oscuras?
  • Si, -Sonríe- ya no sufro por las sombras de la noche, ya no sufro por ver fantasmas, ya no sufro por qué alguien salga y me espante con el coco, diablo o algo así –Suelta la carcajada.
  • Eso sí es interesante, jaja, cierto es que los fantasmas ya no te espantan.
  • Si me espantan, pero ya no los veo, sufro menos por lo que mi visión me crea, ya todo lo que creo viene de mi mente y esa la puedo cambiar para hacerme ver las cosas color de rosa.
  • Estoy de acuerdo, todos nosotros deberíamos pensar de esa manera, discapacitados o no. ¿Qué otras ayudas recibes?
  • Voy a la escuela.
  • ¿Vas a la escuela? –Me hace un gesto de incomprensión, entiendo que la pregunta sobra si ya está la respuesta de antemano. ¿A cuál escuela vas?
  • Pues a una para discapacitados visuales.
  • Si verdad, que pregunta tan idiota. ¿Cómo es esa escuela?
  • Igual que las demás, igual a la escuela donde yo enseñaba, con maestros buenos, con maestros malos, con alumnos malos y alumnos buenos.
  • ¿Has aprendido algo?
  • Me vuelve a hacer el gesto de incredulidad, sin embargo responde –Si, he aprendido mucho, he aprendido que los que ven, nos miran como bichos raros y debemos ser considerados inútiles, y los que estamos en las mismas circunstancias nos comportamos como gañanes desdeñando nuestra condición, acercándonos más a las conductas propias del común de la gente que a nuestra propia discapacidad.
  • Eso me interesa, ¿Qué me puedes decir de ese comportamiento “gañán” entre ustedes?
  • Bueno, no tanto así como gañán, pero si satírico, sarcástico y cómico, eso nos hace sentirnos parte de la sociedad y nos hacemos a la idea de que podemos valernos por nosotros, aunque en realidad necesitamos mucha ayuda. Mira, la idea de la escuela, el de ir a la escuela es para superarnos a nosotros mismos, superar nuestros miedos, valernos por nosotros mismos, por ejemplo yo, ya puedo ir al baño sola, puedo cocinarme algo sencillo sola, me puedo bañar sola, desde luego apoyado por mi familia que me debe dejar las cosas de uso personal en un mismo lugar, el punto es que ya hemos avanzado en la autonomía.
  • Pero me ibas a contar las socarronerías del grupo, me interesa saber cómo se comportan ustedes tratando de ser “normales”.
  • Cierto, pero si no te pongo en contexto no entenderás nuestras anécdotas. Un día cualquiera, ya avanzados en el tema de autonomía, en la escuela nos solicitaron ir en grupo a un lugar cercano al centro de la ciudad, que en realidad no está retirado de la escuela, nos dieron las instrucciones claras, salir de la escuela, caminar a la derecha sobre la hacer cien metros, y en la esquina pararse bajo la sombra de un paradero de camiones, esperar la ruta 24, tomarla y bajarse en la alameda, caminar de la parada que está en la alameda en diagonal cruzando la plaza, tomar la acera izquierda, que aunque es peatonal y no hay riesgo de atropello por vehículos, es parte de nuestro entrenamiento irte guiando también por los muros de las viviendas. Salimos en grupo seis personas, todas con discapacidad visual, íbamos echando relajo, y llegando a la parada, escuchamos el ruido del camión acercarse, preguntamos a uno de los transeúntes: ¿Es la ruta 24? El camión que viene. -Si muchachos- nos respondió-. Todos nos amontonamos a la orilla de la acera, levantando nuestras manos y bastones, y el camión pasó de largo.
  • ¡Ah, chofer tan sinvergüenza! –Gritó un compañero – ¿Alguien anotó las placas?
  • ¡Menso! Gritamos todos a la vez – ¿No sabes que somos ciegos?
  • Todos reímos de la ocurrencia.

No puedo negar que fue una buena ocurrencia, sonreí por el humor tan agradable que manejan, me contó que la reacción del operador del camión pudo haber sido premeditada, pues subir a cuatro discapacitados visuales significa que son cinco pasajes al cincuenta por ciento, y no es negocio, mejor no se paran, adicional a que para bajarlos debería perder tiempo que debe usar para ganarle pasaje al siguiente camión…

 

Si aguantan anécdotas comunes de Ricarda, los espero en la próxima…

 

 

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