Personaje de la Semana

Roberto Correa López

H. Zitácuaro, Mich. – Roberto Correa López, fue un auténtico panista, que vivió de cerca los principios del partido blanquiazul desde muy joven. Un crítico del sistema, cuando le tocó escribir su propio periódico, cuando predominaba un gobierno “absolutista”. Un viajero constante, excelente ser humano, promotor incansable del deporte y ejemplo a seguir.

Se conformaba con muy poco, según lo expresado en charlas, y consideraba que siempre Dios le había dado más de lo que merecía. Era de la idea de que no se necesitaba vivir en la opulencia o vivir en un castillo, para ser feliz.

Quería mucho a Zitácuaro y lo expresaba a cielo abierto, decía que aquí todo era bonito, menos la impunidad y los crímenes que de manera frecuente se cometían.

En una de las entrevistas que concedió a “El Despertar”, hace algunos años, el señor Roberto Correa expresó no sentir miedo a la muerte.

“La vida es un suspiro, aunque uno viva 100 años. La vida es un instante, aquí vamos de paso, ahorita ya me siento mal de salud; pero lo digo con toda la modestia del mundo, ya otros viejitos quisieran estar como yo”, expresó.

Como apasionado del frontenis fue un promotor incansable de esta especialidad, construyó en esta ciudad la primera cancha que tuvo las medidas reglamentarias.

Se preocupó porque hubiera un espacio en buenas condiciones y esto valió para que se hicieran torneos de primer nivel, de tal manera que llegaron a esta ciudad los mejores jugadores del mundo del frontenis, como los hermanos Arturo y Roberto Rodríguez Faisal, de Jalisco.

Fue respetado por promover la actividad del frontenis y a la vez llegó a ser el deporte familiar. Le gustaba mucho asistir a los torneos en la zona centro de la república mexicana, era un hombre feliz, mientras observaba los partidos y platicando con las personas del ambiente.

En el tema político, se considera que murió uno de los panistas auténticos, ya que fue de los fundadores, quien abanderó al panismo, apegado a los principios del Partido Acción Nacional.

Dentro de sus experiencias personales, le tocó vivir a plenitud las victorias presidenciales de Vicente Fox y Felipe Calderón; y en el ámbito municipal, con Carlos Zepeda la alcaldía.

Siempre expresó sus deseos de que se transformaran en hechos los ideales del partido blanquiazul, como son justicia, democracia y solidaridad.

Tuvo siempre la inquietud de escribir, fundó y dirigió el periódico “La Chicharra”, donde en aquel tiempo predominaba un gobierno “absolutista”. Como oposición resultaba difícil luchar contra el sistema gubernamental.

Tuvo el valor de sostener ese medio, el cual solamente apareció en 15 ocasiones, justamente porque comenzó a tener conflictos fuertes, en donde se ponía no sólo en riesgo su integridad sino también la de su familia. Entonces tuvo que desistir.

Simplemente asumió el valor de decir las cosas de frente, nunca con anónimos, tampoco escondiendo la mano. Ello tenía mucho valor.

Le gustaba estar al día en los temas, fue un articulista referente en algunos medios críticos en el ámbito local.

Además, le gustaba escribir historias de sus vivencias, que fueron muchas. Eso quedó plasmado y sometido al juicio de las personas que tuvieron la oportunidad de leer sus publicaciones.

Era un asiduo viajero y gustaba por ir a las rancherías, no sólo conocer las grandes ciudades y destinos turísticos, quería estar en contacto con los pueblos mágicos.

Nunca iba de prisa, se detenía a platicar con las personas. Tenía ese detalle de conocer verdaderamente a la gente de aquellos lugares que frecuentaba.

En el terreno familiar siempre disfrutaba todos aquellos momentos especiales y los cotidianos. Uno de sus lugares de reunión era el frontón, en donde había prácticas de entrenamiento o de juego y al final había una convivencia social.

En cierta ocasión viajó hacia centro y Sudamérica por tierra, en una combi que tenía, experiencia que compartió con uno de sus hermanos.

Era considerado una persona saludable, sus órganos vitales trabajaban armónicamente, aunque le fallaba un poco la memoria y el oído por la edad avanzada que tenía.

Vivía de manera independiente, no deseaba que por su edad lo tomaran del brazo o de la mano, más bien era prueba de su carácter de lograr las cosas por sí mismo.

Ya como adulto mayor a temprana hora se levantaba a ducharse, a realizar sus compras, fruta, leche y algunas cosas más. Iba también por su periódico para leer, a visitar a sus amigos de antaño, de vez en cuando.

Como era muy dicharachero, siempre tenía en mente alguna ocurrencia. Cuando estaba en el frontón decía que su sueño era morir entre la larga y la corta, refiriéndose a ambas líneas trazadas en la cancha. A todo mundo le ocasionaba risa ese chascarrillo.

Se dedicó al cien por ciento al trabajo, en alguna época compró un camión, un tanto viejo, el cual utilizaba para hacer sus viajes y comercializar las mercancías en los pueblitos de la región.

Su esfuerzo le dio buenos frutos, fue creciendo, hasta que logró tener su propio negocio, que fue una tienda de abarrotes. Conformó una familia grande, como la de aquellos tiempos, de diez hijos. Fue buen ciudadano, responsable, ejemplo a seguir y buen padre.

Sus hijos se llevan la satisfacción de que su padre vivió a plenitud y feliz. Roberto Correa López murió a la edad de 91 años.

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