Editorial

Fin de año.

Por Juan Pérez Medina.

Ha sido el 2023 un buen año para la humanidad. No es que tengamos un mayor bienestar económico, sino que ha sido un año de avance en la consciencia social y política a pesar de los reveses que aún nos siguen dando en nombre de la libertad (del dinero) y la democracia. En 2003, vimos cómo los pueblos de América Latina consolidaron la hegemonía de gobiernos progresistas en la mayoría de ellos desde el Río Bravo hasta la Patagonia. Prácticamente, con la salvedad de Paraguay, Uruguay y Ecuador en América del Sur; Panamá, Guatemala, Dominicana, Haití y Costa Rica en Centroamérica, todo el continente latinoamericano ha dado un paso hacia adelante en la búsqueda de alternativas al depredador sistema capitalista o de libre mercado. Incluso en las entrañas de los Estados Unidos el pueblo comienza a despertar y exigir el cambio de rumbo. 

En nuestro país, en medio de la más encarnizada lucha mediática encabezada por el conservadurismo más atroz, el país avanza en la recuperación de la vida pública y la dignidad internacional, sorteando innumerables problemas derivados de los casi 40 años de neoliberalismo, la permanente crisis financiera global, los efectos de la pandemia del Covid 19 y la guerra en Ucrania. La escalada inflacionaria que se ha extendido por todo el mundo ha sido atendida con una estrategia singular que se ha significado por no seguir endeudándose, una política austera que ha permitido miles de millones de pesos en ahorros, junto con la recuperación de su capacidad recaudatoria, sobre todo ante las grandes empresas acostumbradas a no pagar; lo que ha derivado en un balance comercial positivo y un peso muy fuerte ante el dólar.

Si bien no hemos avanzado con la velocidad que quisiéramos, ni en asuntos fundamentales, el avance es notorio y el mejor pulso es el aumento de la rabia con que viene conduciéndose la derecha conservadora, que ahora se moviliza en las calles para defender los privilegios que han perdido o que consideran en riesgo.

Por eso considero que 2022 ha sido un año de avances a nivel nacional y en todo el mundo; por lo tanto, un año bueno para los pueblos. Sin embargo, no podemos pasar por alto que los enemigos de la humanidad son aún muy fuertes y mantienen todavía la iniciativa política y económica. Los vemos actuando en estos momentos de forma clara y contundente en Perú, asestando un golpe al gobierno popular que el pueblo peruano eligió mediante el sufragio y al que no se le dejó gobernar hasta que lograron ladestitución del maestro rural, Pedro Castillo, a quien intentaron deponer antes de que asumiera la presidencia. El congreso en un acto de fuerza, no sólo lo destituyó, sino que lo mantiene en la cárcel en contra de la voluntad del pueblo que lo eligió y que hoy es reprimido ante la exigencia de respeto a la voluntad popular. La lucha del pueblo peruano ha costado más de 20 muertos desde el pasado 7 de diciembre.

Cualquier ser de una genuina sensibilidad humana no puede evitar indignarse ante semejante cuadro. Pedro Castillo, maestro de escuela, hijo del dolor de ese pueblo, soñó que podía hacer algo para sacar de la miseria a esa gran masa de hermanos empobrecidos y hoy está preso precisamente por abanderar esas causas en contra de una burguesía oligárquica y corrupta.

Si este caso es esclarecedor sobre la injusticia de los poderosos de la tierra, no es menos la circunstancia que vive Julián Assange, periodista y creador de Wikileaks, preso en Inglaterra por crímenes no cometidos, pero que se atrevió a exhibir la verdad sobre la conducta del gobierno de los Estados Unidos, quien lo reclama para procesarlo y hacer que muera en una de sus mazmorras, pues piensa condenarlo por 170 años por lo menos. Es perseguido por solicitar, recibir y difundir información relacionada a crímenes de lesa humanidad, acusado de espionaje y abuso y fraude Informático. Wikileaks publicó documentos clasificados sobre las guerras de Irak, Afganistán y de hechos ocurridos en Bahía de Guantánamo; documentos que expuestos a la opinión pública dejaron en evidencia la forma de operación de los Estados Unidos en colaboración con la Unión Europea; evidenciando el patrocinio de numerosos crímenes de guerra y asesinatos, entregas extraordinarias de recursos, pertrechos de guerra y encubrimientos militares de asesinatos ilegales, todos crímenes de lesa humanidad y violación a los Derechos Humanos, algo que el imperio estadounidense no puede perdonar, so pena de perder el control político sobre todos los pueblos. La información proporcionada por Wikileaks incluía un programa llamado “Año Cero”, de armas informáticas para poder hackear teléfonos y dispositivos producidos por compañías estadounidenses, como los iPhone de Apple, el sistema Android de Google, el Windows de Microsoft o los televisores Samsung con conexión a Internet, que se convertían en micrófonos encubiertos a través de los cuales espiar a sus usuarios.

Assange está preso prácticamente desde 2012, cuando recibió asilo por parte del gobierno de Ecuador, el mismo que le fue quitado en 2019 y entregado a las autoridades británicas. Hace unos meses, una jueza inglesa concedió la extradición de Julián Assange para que sea juzgado por los gringos, lo que ha complicado gravemente su caso. En una carta, la madre de Assange, dice: “Hace 51 años, cuando di a luz por primera vez como madre joven, pensé que no podía haber un dolor más grande, pero pronto lo olvidé cuando tuve a mi hermoso bebé en mis brazos. Lo llamé Julián. “Ahora me doy cuenta de que estaba equivocada. Hay un dolor más grande. “El dolor incesante de ser la madre de un periodista galardonado, que tuvo el valor de publicar la verdad sobre los crímenes gubernamentales de alto nivel y la corrupción. “El dolor de ver a mi hijo, quien arriesgó su vida para denunciar la injusticia, inculpado y privado del derecho a un juicio justo, una y otra vez. “El dolor de ver a un hijo deteriorarse lentamente, porque se le negó la atención médica adecuada en años y años de prisión; la angustia de ver a mi hijo sometido a crueles torturas psicológicas, en un intento de romper su inmenso espíritu. “La constante pesadilla de que sea extraditado a los Estados Unidos y luego pasar el resto de sus días enterrado vivo en total aislamiento.

No podemos ser enteramente felices en estas fiestas de fin de año cuando cosas como estas suceden ante nosotros. Este es un llamado a no olvidar que ante nuestras celebraciones se encuentran todavía miles que sufren por la injusticia del sistema. El mismo que tiene nombres y apellidos. Allá el FMI, la OTAN, la CIA, el Pentágono acá, Va x México, Carlos Slim, Claudio x. González, Etc. No hay que bajar la guardia y este tiempo de celebraciones exijamos la libertad para Julián Assange, Pedro Castillo y el futbolista profesional iraní Amir Nasr-Azadani, que enfrenta a una posible ejecución tras participar en las protestas en favor de los derechos de las mujeres en su país; y de todas y todos los que hoy se encuentran privados de su libertad en cualquier parte del mundo y sufren de las calamidades del sistema. 

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